Hace ya once años... tempus fugit!
Recuerdo como si fuera ayer el día en que concí a Jokin y me encargó la que con el tiempo sería la primera de una larga lista de restauraciones.
Han pasado once Octubres y un montón de bicis pero, así como he olvidado muchas de ellas, nunca olvidaré lo que supuso para mi y para el blog aquella primera y humilde bicicleta de niña de los años cincuenta.
En el camino he aprendido muchas cosas y, seguramente, actuaría hoy de un modo completamente distinto. Con la experiencia he llegado a valorar lo original mas que una restauración completa. Pero, como digo, eso se aprende con el tiempo.
El hecho de pintarla me ha permitido revisitarla, reencontrame con ella y, de algún modo, devolverle la pátina que yo mismo eliminé... Es una manera de restituir la dignidad que el óxido y los arañazos le conferian.
Lo que no ha cambiado el tiempo ha sido mi relación con Orbea. Me dijo un día Arantza que son como una gran familia y, la verdad, siempre me han hecho sentir como parte de ella.
Decía hace once años que tan solo Orbea se había preocupado de recuperar su pasado y, por desgracia, siguen siendo los únicos. Quizás porque saben de donde vienen y valoran la historia de donde surgen sus raizes.
Como decía Raimon: "Quien pierde el origen pierde la identidad." Por muchos años Orbea!